Medio: La Nación
Fecha: 16 de junio de 2010
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En esos pasos de la caminata por las calles internas del HPC de la Universidad de Pretoria sintió que se equivocó al elegir el pantalón corto como parte de la indumentaria. El futbolista que más ilusión despierta en el fútbol argentino en el arranque del Mundial se sienta en un sillón especialmente dispuesto para la entrevista con LA NACION. Las piernas, con evidentes pruebas de los golpes recibidos frente a Nigeria, tiemblan a causa de la baja temperatura. “Me equivoqué con la ropa, ¿no? Se vino el fresquito”, comenta Lionel Messi, mientras se frota los muslos para levantar, al menos un poco, la temperatura corporal en uno de los días más fríos desde que el seleccionado desembarcó en tierra sudafricana.

-En tus piernas hay secuelas del partido con Nigeria?

-Y, fue un partido duro… Tranquilo, no pasa nada. Algunas marcas ya las tenía, pero lo importante es que ya pasó el primer partido y lo superamos bien. Ya descansamos lo suficiente y ahora hay que ir por los tres puntos frente a Corea del Sur.

 

-Debés de estar conforme con tu debut en el Mundial. ¿Fue como una especie de desahogo?

-Sí, la verdad que sí. Sabía que venía de una mala imagen en la eliminatoria y quería, necesitaba, hacer un buen partido en el debut. Creo que algunos estaban esperando que hiciera un mal partido para empezar a matarme de nuevo. Entonces fue un desahogo y una tranquilidad en lo personal. Fue como sacarme un gran peso de encima.

-En tus últimas declaraciones admitiste lo “feo” que fue para vos lo que te tocó vivir en el final de las eliminatorias. ¿Lo superaste? ¿Cómo?

-Como podía. La verdad es que me afectó muchísimo todo lo que pasó. Cuando volvía a mi club, me la pasaba días sin querer hablar. La pasaba muy mal y, a veces, eso influía en los entrenamientos. En esos momentos, me ayudó mucho el técnico y mis compañeros en Barcelona. Me apoyaban y hacían todo para que me sintiera bien. Me escuchaban mucho. Lo superé con ellos y, especialmente, con mi familia, que siempre estuvo al lado mío y sabe bien lo que sufrí cuando se me criticaba por todo.

-¿Qué es lo que más te afectaba de todo lo que se decía?

-Me dio bronca que dijeran que no siento la camiseta, que no sé el himno. Que digan que no soy argentino me jodió? Y lastimó mucho a mis seres queridos. Porque uno se la banca y está acostumbrado a estas cosas, pero la que más sufre es la familia. ¿Cómo se pueden meter tanto en los sentimientos de otros? Son cosas que todavía no entiendo de todo esto. Fue el destino el que me llevó a Barcelona. De chico, cuando uno juega con sus amigos, o en un club, sueña con estar en la selección. Vivo en Barcelona, pero me siento muy argentino. Para uno es difícil hablar de los sentimientos, pero ¿cómo van a venir a hablar tan livianamente de lo que siento?

-¿Te cansó la pregunta sobre que en la selección no alcanzabas el nivel de Barcelona?

-Un poco, pero está todo bien. Igual, siempre dije que me gustaría hacer en la selección las cosas como en Barcelona, pero por una cuestión lógica de practicar todos los días con los mismos compañeros, los jugadores de tu club te conocen más. En la selección, teníamos que sumar horas de conocimiento mientras nos jugábamos la clasificación al Mundial y, quieras o no, eso pesa.

-¿Qué cambió en estas dos semanas de convivencia?

-Desde que llegué a la Argentina para sumarme a la selección me sentí muy bien en el grupo, siendo yo mismo. Algo que no se había podido lograr en otros momentos. Siento confianza en mis compañeros y siento que me tienen confianza a mí. Eso se refleja en las prácticas, en la cancha y en la convivencia de todos los días.

-¿Sos de hablar en el vestuario?

-Cuando tengo que hablar, hablo. Pero como dije desde que llegué a la Argentina, lo que tengo para decir lo van a ver en la cancha. Estoy convencido de lo que quiero? Mi deseo es ganar con la selección argentina este Mundial y haré todo lo que esté a mi alcance para conseguirlo.