Medio: Clarín
Fecha: 30 de marzo de 2009
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La timidez debe ser el rasgo más característico de su personalidad. No es histriónico Lionel Messi. No declara cosas explosivas. Es medido. El juega a la pelota. Y descomprime al tomarse todo naturalmente. Si se hiciera un paralelo con Diego Armando Maradona, al cabo siempre se intenta hacerlo, ésa es la mayor diferencia entre uno y otro 10. Porque Messi, se recuerda, ahora es 10, también en la Selección, igualito que en el Barcelona, como tanto se le reclama. Messi ahora conversa con Clarín. Se banca las fotos. Sonríe. Y se larga a hablar del partido ante Venezuela antes de salir casi corriendo para pasar la noche en Arroyo Seco y volverse rápido porque ayer lo esperaban en el predio de Ezeiza para encarar la preparación del juego del miércoles ante Bolivia: “Fue una noche maravillosa. Yo quería tener una noche así y por suerte se dio, por mi actuación y por el debut de Diego”, dice.

 -¿Sentían un ambiente especial desde adentro de la cancha?

-Sí. No es que antes la gente no estuviera con nosotros; nada que ver. Siempre nos sentimos apoyados. Pero ahora la sensación es que con Diego la gente está más que nunca con la Selección. Y está bueno. Es una motivación especial. El triunfo, la gente, fue todo perfecto. Había una emoción que se notaba en la cancha y nosotros la aprovechamos.

-Y vos con el 10 en la espalda…

-Con eso está todo bien. Ya dije que a mí me es indistinto ese tema. Respeto esa camiseta y es maravilloso tenerla. Por toda la historia que posee. Pero no es una presión extra. Y no es que hubo una ceremonia con Diego por ese asunto. Hubo un par de palabras y listo.

No hubo ceremonia con el tema de la camiseta, es cierto. Fue algo bien pensado por Maradona, pero más una cosa de entrecasa para el cuerpo técnico que cuestión de debate en el grupo. Pero lo cierto es que entre mamá Celia y su hermano Matías casi que le hacen un tackle para quedarse con la primer camiseta con el 10 de la Selección mayor. Y no hubo problemas porque Messi estuvo rápido y se guardó la del primer tiempo, se puso otra en el entretiempo, y así tuvo dos al final de la noche… Mamá Celia quería el trofeo por el orgullo que siente, claro, y Matías es el encargado de un museo personal que de a poco se va armando y en el que no faltan, por ejemplo, los premios Clarín Revelación de Oro y Clarín Consagración al mejor futbolista argentino en el exterior.

-¿Te sorprende lo que generás?

-No me fijo en eso. Esto es un equipo. Acá Diego es el que nos saca lo mejor a cada uno de nosotros. Y ojalá que eso nos lleve a ganar el Mundial.

-¿Necesitabas un partido así en el Monumental? Porque, además, te fuiste ovacionado por la multitud como quería Diego…

-Yo siempre intento lo mejor. El tema es que a veces no se da. Creo que había tenido varios partidos buenos en la Selección. Pero éste era especial por el debut de Diego. Lo que pasa es que a veces no es fácil jugar como lo hacemos en nuestros clubes. Acá nos juntamos un rato antes de cada partido y es difícil. Creo que en algún momento en la era Basile también se dio lo de jugar bien, sobre todo cuando estuvimos juntos un par de días, como en la Copa América de Venezuela.

-Se dio todo redondo, porque en la semana vos decías que era el partido ideal para dar el salto.

-Y sí… El estadio estaba repleto y se vivió una fiesta. Y nosotros respondimos y trasladamos esa fiesta a la cancha. Acá la idea es jugar bien. Respetar la pelota y jugar por abajo. Hay jugadores para hacerlo y eso es lo que nos transmite Diego con sus palabras. Esto es un equipo y acá hay mucha ilusión de estar en Sudáfrica y de llevar a la Argentina a lo mas alto.

-No hay respiro: se viene Bolivia y en la altura. ¿Cómo lo ves?

-La verdad es que nunca jugué en la altura. En Europa no hay países con esas características. Yo quiero estar siempre y dependerá de Diego si juego o no. No sé, me parece que puede estar bueno. Será una nueva experiencia. Dicen que si llegás sobre la hora no se siente tanto. Veremos.

-¿Cuando se empezará a ver el sello de Maradona en el equipo?

-Es que no practicamos mucho con él. Hubo dos amistosos y el partido del sábado. Es poco. Lo bueno es que nos entendemos bien. Hay cosas para mejorar, como que a veces jugamos muy rápido y a esa velocidad te podés equivocar. Pero eso se corrige con trabajo. El camino es el del segundo tiempo ante Francia, el del partido ante Venezuela… Estamos bien. Está claro que Argentina tiene equipo para pelearle a cualquiera. Y de la mano de Maradona nos sentimos más fuertes todavía.