• Clarín: Por primera vez hizo 4 goles en un partido, sólo un argentino (Alfredo Di Stéfano) lo logró en un partido de Copa de Campeones. Es goleador de la Liga. Llegó a 39 goles en la temporada, superó sus 38 de la anterior y lo vivió como un juego: “Sé que estaba cerca de ese récord porque Pinto (el arquero suplente) me había apostado a que no lo lograría”, dijo en los camarines del Nou Camp. Feliz, como un chico, como lo define Guardiola. Tan feliz que se llevó de recuerdo la pelota del partido de sus 4 goles.
  • Canchallena: La producción de ayer de Messi fue otro desafío a seguir exprimiendo el diccionario en busca de términos que metafóricamente retraten su arte incomparable. Con pruebas objetivas se dice que el Messi de Barcelona no es el que juega en el seleccionado argentino. En realidad, el Messi que integra al multicampeón catalán tampoco es siempre el mismo. Cada vez es mejor. Ayer superó lo que venía haciendo, aunque a veces parezca que ya no queda mucho margen para lograrlo. A los 22 años, Messi no se pone ningún otro techo que no sea el infinito.
  • La columna de Juan Pablo Varsky: Terminó el partido y le hice marca personal con mis ojos. Tras los saludos y los abrazos, le pidió la pelota al árbitro. Ya dueño de ese documento de la historia, la hizo picar como basquetbolista y la golpeó como voleibolista. A esa altura de la noche, todos estábamos llenos de fútbol. El se metió en el vestuario y yo salí del templo. Tenía razón el taxista: “Ho visto a Messi”.
  • La columna de Johan Cruyff: Ves jugar a Messi y piensas: hace cosas imposibles. Lo ves moverse, correr, driblar, marcar y dices: es un genio, hace cosas dificilísimas de hacer. Pero te equivocas. Lo grande de Messi es que hace cosas muy sencillas. O que hace aquello que nos parece difícil, fácil, cómodo. ¿Por qué es el mejor jugador del mundo? Porque tiene la capacidad de hacer lo difícil sin sufrir, sin angustiarse, sin padecer.
  • Su compañero de Selección, Juan Sebastián Verón: Messi es rápido, tiene freno, enganche; es el mejor del mundo
  • El Hacha de Rubén Uría: El “10″ dominó todas las suertes del gol para adornar su enésima exhibición: Con la izquierda, con la derecha, de cuchara y por debajo de las piernas. Cuando el árbitro pitó el final, Messi se ganó la ovación más increíble que recuerden las tripas del Camp Nou, con 94.000 almas entregadas. El rosarino se ruborizó, se quedó sin palabras por la emoción y se llevó a casa su trofeo más preciado de la noche, el balón. Messi fue más Messi que nunca. Fue cuatro veces Messi. Esta noche, un marciano sobrevoló el Camp Nou.
  • Almunia, arquero del Arsenal: “Puede hacer lo que quiera y en cualquier momento. Es difícil parar a este tipo de jugadores. Tú intentas anticiparte a lo que él hace, pero es muy complicado. Es el mejor del mundo”
  • El Mundo: 39 goles en 43 compromisos de seis competiciones. Messi es la suma de todo esto y mucho más. El genial ‘gambeteador’, el rey de los ‘piques’ y el ‘pichichi’ mundial. Ni siquiera Wayne Rooney (34 aciertos en 40 partidos) puede discutirle el acierto. Cristiano Ronaldo también aparece por debajo, aunque el sábado le recibirá en el Bernabéu. Esa es la última frontera de Leo, que el pasado mayo rompió su maleficio en Chamartín. Las casas de apuestas pagarán poco dinero por sus hipotéticos goles en el clásico.
  • Laporta, presidente del Barcelona: El público ha disfrutado y los amantes del fútbol también, sobre todo con un genio estelar como Messi que ha ejecutado todas las ocasiones de forma genial.
  • El País: Messi es un genio del fútbol. Acabada la jornada, recogió el balón y no será noticia hasta el próximo partido. Que nadie le pregunte nada ni busque sus palabras. La pulga solo se explica en el patio de recreo. No tiene épica sino encanto.
  • Wenger, DT del Arsenal: Es un futbolista de PlayStation
  • Guardiola: No sé qué tipo de jugador de PlayStation es. Lo bueno de Messi es que mañana se levantará y buscará el cariño de su gente y de sus compañeros. Me gusta el amor que tiene por el fútbol y su carácter anónimo
  • El Mundo Deportivo: Cuatro goles marcó el argentino al Arsenal, un póker de genialidades, una doble pareja de tantos brutales… Y lo más impresionante es que quedó la sensación de que en la segunda parte dosificaba fuerzas para llegar a tope el sábado al Santiago Bernabéu. No, definitivamente este chico no es de este planeta. La suerte para el Barça es que su nave espacial aterrizó un día en el Camp Nou, le gustó lo que le vio y se quedó entre nosotros para regalarnos su fútbol.
  • Diario As: Messi está desatado. Es el mejor jugador del mundo y lo va a seguir siendo por tiempo salvo que Cristiano consiga evitarlo, pero además está que se sale. O más aún: en progresión. Promediando su vida futbolística en periodos concretos, trimestres por ejemplo, podemos comprobar que cada trimestre juega mejor que el anterior. Ahora está jugando mejor que nunca: en lo que va de temporada ha marcado cuarenta goles, uno con Argentina y 39 con el Barcelona, en las más variadas competiciones. Y juega y juega y juega, sin dar síntomas de fatiga. Acumula partidos sin descanso y en los trances difíciles, ahí aparece él.

Crack. Genio. Bestia. Animal. Perfecto. Voraz. Iluminado. Sublime. Mágico. ¿Qué palabra nueva se puede usar para clasificar a este ser del fútbol? Messi, Messi, Messi, Messi. Quiso romper con esa rutinaria tendencia de marcar hat-tricks y fue un paso más allá. No tiene más sentido gastar nuevos adjetivos en calificar la tarea que Lionel Messi vino a hacer a la tierra. No hay más adjetivos originales para buscar definir lo que el rosarino crea con una pelota en los pies. Arte. Por primera vez consiguió anotar 4 goles en su carrera y sirvieron para triturar 4-1 al Arsenal, en un duelo límite que colocó al Barcelona en la semifinal de la Champions League. Una nueva exhibición de fútbol, más razones para que busquen comparaciones con Maradona y una victoria vital. Barça depositado en la semifinal y Messi, una vez más en la estratosfera.

La historia se había complicado, el Arsenal sorprendía con su fuerza para presionar al Barcelona desde la salida y lo vencía con el gol de Bendtner. Pasaban los Gunners. Pero sólo por breves minutos, hasta que Lionel desenfundó un zapatazo que empató el duelo. Era el prólogo de lo que sería un show exclusivo, una actuación soberana del mejor jugador del mundo. Faltaban tres festejos más para coronar una noche histórica. Alcanzó a Rivaldo como máximo goleador del Barcelona en la Champions League, se transformó en el primer jugador sudamericano que anota cuatro dianas en este mismo certamen, también en el primero que lo hace en una fase de eliminación y entró al club de las glorias que señalaron un póker de goles en la máxima competencia europea.

Es una alegría porque el equipo había comenzado mal y ha terminado de una manera espectacular y una gran emoción sentir la felicidad de la afición”

Lo importante es seguir ganando y que yo siga de esta manera, ahora tenemos un partido importante el sábado”

Es muy difícil repetir lo de hoy, lo importante será ganar aunque sea 0-1″

15.45 hs. (arg) – 20.45 hs. (esp) – Barcelona vs. Arsenal
Estadio Camp Nou, Barcelona

La primera situación determinante con la que el Barcelona se cruza esta temporada. Lionel Messi y compañía deberán sortear al Arsenal, en el Camp Nou, para acceder a la semifinal de la Champions League. La ventaja, de movida, es para los blaugranas, que se llevaron un empate 2-2 en la ida, disputada en territorio adversario, por lo cual el empate 0-0 ó 1-1 le otorga el pasaje.

Extracto de la nota del periodista Pablo Aro Geraldes para el Anuario 2009 de ESPN, sobre el inmenso año en el que Lionel no dejó nada y se llevó todo directo a su vitrina. No tiene desperdicio:

El 27 de mayo, Barcelona y Messi redondearon el mes más exitoso de sus historias. La Orejona, ese reluciente trofeo que premia al vencedor de la Champions, volvió a tener besos argentinos. La copa volvía a la ciudad condal después de tres años y el pibe rosarino se adosaba la chapa de goleador del torneo.

La triple corona fue un fantástico peregrinaje por el fútbol, desde la nada hasta el todo. Empezó en el verano europeo 2008 en ese triste páramo en que se desdibujaban las imágenes de Ronaldinho, Deco y el técnico Rijkaard. Un verano amargo que incluyó el humillante ‘pasillo’ de bienvenida al Real Madrid campeón.
En aquellos doce meses, la magia de Messi contagió motivación a todos. Llegó Pep Guardiola, discípulo del amado Johan Cruyff y garante del cumplimiento del ideal futbolero barcelonista. Mantuvo a Eto’o y sumó con Dani Alves a un jugador doble: el lateral incansable y el extremo hiriente con pies de seda.

En aquellos doce meses, el mundo fue testigo de una página dorada en la historia del fútbol. Belleza con un solo objetivo: el arco rival. Presión en toda la cancha, equilibrio entre líneas, precisión en velocidad… Los catalanes lo eligieron como el mejor Barça de la historia; y aunque vieron nenes como Kubala, Cruyff o Maradona, no exageran.

En este elenco de lujo, el protagonista es un actor casi tan silencioso como virtuoso con la pelota. Un argentino que lleva impreso el código genético de los potreros rosarinos pero se crió lejos de esa picardía criolla que suele malograr a los talentos de estas pampas. Lionel Messi es, hoy, el mejor jugador del mundo. Quizá ya lo era desde hace un par de años, pero para ciertas elecciones hay que cumplir algunos requisitos burocráticos: ganar la Champions League es el más fuerte en los años sin Mundial. Si era el segundo de Cristiano Ronaldo, durante esta temporada lo dejó bien atrás en el camino al premio.

La final romana de la Liga de Campeones tuvo al Barcelona como un clarísimo ganador sobre el Manchester United del portugués. Y en el último encuentro por la liga española, a fines de noviembre, ya con el lusitano vestido con el uniforme del Real Madrid, Messi volvió a salir victorioso.

El Barcelona modelo 2009 es una máquina casi perfecta. Con el doble motor que componen Iniesta y Xavi, la transmisión de Busquets, la seguridad de Piqué (o Piquenbauer, como lo llaman por las Ramblas de Barcelona), la potencia extrema de Puyol, los poderosos reflectores de Ibrahimovic, los detalles de lujo de Dani Alves y una puesta a punto refinadísima a cargo de Guardiola. ¿Quién está en condiciones de pilotear semejante nave? Messi, claro. Él tiene la llave de ignición, sabe cuándo meter los cambios de velocidad, cuándo acelerar y salir disparado. Es un conductor por capacidad superior, un referente, aunque en Argentina lo sigan culpando por no poseer aptitud de liderazgo en el grupo o lo etiqueten como un insensible que esquiva la responsabilidad de tomar el mando cuando la mano viene brava.

Pero las apariencias engañan. Messi podrá no tener pinta de futbolista, pero es el mejor futbolista del mundo. Era el niño que no podía crecer; parece frágil, pero para pararlo no queda más remedio que violar el reglamento, porque la pelota le obedece. Parece serio y hasta desganado, pero cuando es poseído por la magia mutua que se prodigan con el balón, su alma de pibe se divierte como lo hacía en la calle Lavalleja del barrio La Bajada, en un suburbio del sudeste de Rosario. Su DNI dice que tiene 22 años, pero ya hace varias temporadas dejó de ser un juvenil por lo que demuestra en la cancha.

Su silencio lo hace parecer hermético, pero sus botines no saben guardar secretos y le cuentan al planeta entero quién es el mejor de todos. No se animaría a declarar ni media frase explosiva, pero su zurda se aventura a herejías mayores, como imitar el segundo gol de Maradona a los ingleses y hasta un sacrilegio que a él se le perdona, como repetir la Mano de Dios. Con su estatura desafía a las leyes de la física y corona la Champions League con un gol de cabeza ante el gigante Van der Sar que lo coloca en un pedestal que no es para cualquiera: goleador de la Champions League.

Grandes jugadores partieron de Argentina hacia Europa, pero Lío es el primero que gana el Balón de Oro desde que en 1995 dejó de otorgarse exclusivamente a los nacidos en el Viejo Continente. Sin embargo, parece estar en deuda con la camiseta celeste y blanca. “Además de ser, hay que parecer”, sugiere un refrán tan viejo como anónimo. Es que se puede ser el mejor del mundo a los ojos de 199 ducentésimas partes del globo, pero por estos pagos hay que mostrar algo más. Aquí se aman los personajes: Maradona resucitando antes de morir, el Palermo que se reinventa tras cada caída; cuando la capacidad no alcanza para juzgar lo deportivo se festejan las declaraciones, se construyen ídolos desde el micrófono. Y cuando el hombre no actúa de acuerdo a su personaje, se lo desprecia.

Messi no da ese perfil. No quiere darlo. O no sabe. Le escapa al histrionismo, tal vez por su carácter introvertido, quizá por elección. Por eso llamó la atención la potencia con la que gritó el gol que le hizo de penal a España en el último amistoso de la Selección. Claro, nunca se lo verá con el torso desnudo, revoleando la camiseta, insultando al cielo una revancha.

Para muchos, en esta orilla del Río de la Plata eso podrá leerse como falta de compromiso y hasta le adosarán la etiqueta pegajosa de ‘pecho frío’, un concepto que se derrite y hierve cerca del Balón de Oro.
Si Messi es el mejor jugador del mundo, no puede no ser el mejor jugador de Argentina. La lógica presiona, aunque el fútbol muchas veces no la escuche. Diego Maradona no encontró al equipo todavía, pero más allá de sus entusiasmos y amores transitorios con futbolistas que pasan y pasan por la Selección, si hay uno que se banca el peso de ser él ‘y diez más’, ése es Messi.

Sócrates, no el filósofo griego sino aquel exquisito volante central brasileño, hizo el mejor análisis de esa maravillosa Seleção que condujo Telê Santana en el Mundial ‘82: “Jugando así, ¿qué importa si perdemos? Peor para el fútbol”. Con este Barcelona de Messi pasa lo mismo. En las geografías más remotas hay niños vestidos de blaugrana, camisetas que llevan los nombres de esos caballeros que tan bien tratan a la pelota. Quizá esos chiquilines sean incapaces de argumentar por qué aman al rosarino al que imitan en sus picados callejeros, pero seguro que no es porque sea un ganador. Ésa es la consecuencia natural de su juego. Los partidos perfectos del Barcelona 2009 enamoran sin mirar el resultado, el fútbol que regala se graba en la memoria, pero más en el corazón.

Si el Barcelona necesitaba realzar su moral después de haber soltado la victoria en Londres, el 4-1 al Athletic de Bilbao era lo que necesitaba para esta semana en la que definirá su pase a los cuartos de final de la Champions League y se encontrará contra el Real Madrid, en un choque vital por el futuro de la Liga. Lionel Messi fue una de las piezas más brillantes de la goleada, al ser participe de dos goles y señalar el que sentenció la goleada. Leo se fue a los 26 goles, sigue siendo el Pichichi y alcanzó a Rooney en el primer lugar por la batalla de la Bota de Oro. Pese a los dos compromisos vitales que se vienen, Guardiola no quiso sacar al rosarino, quien acumula 3467 minutos oficiales (dato vía @MisterChip) en la temporada.

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15.00 hs. (arg) – 20.00 hs. (esp) – Barcelona vs. Athletic de Bilbao
Estadio Camp Nou, Barcelona

En principio, los indicios apuntan a que Lionel Messi sería titular ante el Athletic de Bilbao, en una nueva oportunidad para buscar ganar y meterle presión al Real Madrid en la Liga, pese a que una migraña lo había aquejado hasta hace pocas horas. La semana pasada había arrancado en el banco de suplentes, ante el Osasuna, pero Guardiola lo necesita fresco, ya que el Barça sufrirá otras bajas de importancia como Iniesta y Dani Alves.

Messi vs. Athletic de Bilbao: en las últimas ocasiones, a Leo le tocó festejar en la Copa del Rey y la Supercopa de España contra el conjunto vasco, pero en el encuentro pasado sufrió aquella lesión en el abductor que hacía pensar que se perdería los partidos ante Inter y Real Madrid.

Transmite ESPN para la Argentina y Gol TV, para España

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